domingo, 18 de octubre de 2009

La peste en el siglo XVII



La peste bubónica fue un fenómeno común a toda Europa durante el siglo XVII, en el que se sucedieron varias oleadas pestíferas. Entre 1569 y 1602, una serie de malas cosechas coincideron en la Península, con la llamada peste atlántica, que entró en Castilla desde Francia e Inglaterra a través de los puertos cántabros. En seguira se propagó rápidamente y provocó más de medio millón de muertos. Cataluña, la mayor parte de Valencia y Murcia quedaron en cambio libres de los efectos de la epidemia. No ocurrió lo mismo entre 1629 y 1631, cuando se sufrió un contagio en Cataluña extendido desde Provenza y Languedoc.


Sin embargo la epidemia más grave y difundida se produjo en los años centrales del siglo y ocasionó una de las mayores catástrofes demográficas de la España moderma. Teniendo como foco originario Argel, en el norte de África, la peste llegó a las costas levantinas de la península Ibérica en 1647. Se expandió rápidamente en una doble dirección, desde Valencia afectó a las regiones de Murcia, Andalucía, Aragón y Cataluña. Desde Barcelona la peste se extendió hacia el norte y a Malorca, y desde allí a Italia. Las consecuencias fueron horrendas: Cataluña perdió entre un 15 y un 20% de su población, y Andalucía fue posiblemente la segunda región más afectada.


Las grandes epidemias de peste, por lo demás, no se detuvieron aquí. La desaparición de esta mortífera enfermedad que asolaba Europa no llegó hasta comienzos del siglo XVII: la epidemia de Marsella de 1720 fue la última de este género.


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